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lunes, 23 de julio de 2012

Un estudio advierte de la poca idoneidad del tratamiento que reciben las personas mayores

Una nueva investigación europea ha puesto de manifiesto que muchos enfermos mayores de 75 años no tienen acceso a los tratamientos necesarios para reducir el riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular (ECV).

Ante el continuo envejecimiento de la población, según explica el equipo del Reino Unido en el British Medical Journal, un aumento de la prescripción de recetas podría reducir las incapacidades y prolongar una esperanza de vida saludable. Los medicamentos que contribuyen a reducir la presión sanguínea (antihipertensivos) y los niveles de colesterol (estatinas) son seguros y eficaces, si bien la mayoría de las pautas actuales para la prevención de la enfermedad cardiovascular se destinan solo a personas entre 40 y 74 años.
Las enfermedades cardiovasculares como el ictus o el fallo cardiaco figuran entre las de mayor mortalidad a nivel mundial. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2030 cerca de 23,6 millones de personas morirán de una enfermedad cardiovascular.
Partiendo del trabajo realizado en estudios previos que demuestran que, a pesar de que el riesgo de desarrollar una enfermedad cardiovascular aumenta de manera exponencial con la edad, hay menos probabilidad de que los enfermos reciban un tratamiento preventivo conforme se van haciendo más mayores, el equipo, procedente de las universidades de Birmingham y Oxford, estudió a 36 679 enfermos a partir de 40 años procedentes de 19 hospitales generales de la región de West Midlands.
Como objetivo se plantearon determinar si la edad y el sexo repercuten en la prescripción de recetas de antihipertensivos y estatinas. Al inicio del estudio ninguno de los enfermos presentaba una historia clínica de enfermedad cardiovascular.
Los resultados demostraron que la probabilidad de seguir una medicación antihipertensiva aumentaba cada 5 años, si bien comenzaba a disminuir de nuevo después de los 85 años. Los enfermos a partir de 75 años representaban el consumo general más alto (56 %) y las mujeres se mostraban un 10 % más proclives a tomar antihipertensivos que los hombres.

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La probabilidad de seguir una medicación a base de estatinas también aumentaba cada 5 años, pero disminuía cada 5 años después de los 75 años. El 23% de todos los enfermos de 75 años o más ingerían estatinas. El mayor consumo se detectó en los enfermos de entre 70 y 74 años.
Las mujeres entre 65 y 69 años y entre 75 y 79 años tenían un 5 % más de probabilidades de que fueran recetadas que los hombres, mientras que en el caso de los hombres menores de 60 años esta probabilidad era mayor que en las mujeres.
Un estudio de 2008 reveló que la prescripción de un tratamiento antihipertensivo a los mayores de 80 años puede reducir el riesgo de que padezcan una enfermedad cardiovascular. Aunque las pruebas sobre los beneficios de un tratamiento a base de estatinas en los mayores son menos evidentes, ya que todavía no se han llevado a cabo pruebas dentro de este segmento de la población, los autores afirman que no existen indicios que sugieran que recetar estatinas a los enfermos de edad avanzada cause daño alguno.
Este estudio implica que los mayores no deberían quedarse excluidos a la hora de recibir un tratamiento a base de medicamentos destinados a prevenir la enfermedad cardiovascular. Los investigadores indicaron que deberían modificarse las pautas y, en futuras investigaciones, analizar el uso de la terapia a base de estatinas en los enfermos de 80 años en adelante. También afirmaron que recetar un tratamiento con estos medicamentos a partir de los 75 años supondría un acierto.

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