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domingo, 12 de agosto de 2012

Rusia revisa su estrategia de exploración de Marte

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El explorador Curiosity de la Agencia Espacial de Estados Unidos ha aterrizado en la superficie de Marte.

Rusia, por su parte, que todavía no ha superado el doloroso fracaso de su sonda Fobos-Grunt, no puede presumir de ningún avance significativo en la exploración del Planeta Rojo. En realidad, ni siquiera parece necesario, dado que la prioridad de la industria espacial rusa ya no son los grandes y ambiciosos proyectos de exploración espacial, sino una reconstrucción bien planificada de la infraestructura espacial nacional.

Marte, objeto de Curiosity
Tras el éxito de los tres vehículos de exploración en la superficie de Marte (el pequeño Sojourner en 1996-1997, el más grande Spirit en 2004-2010 y el Opportunity, en funcionamiento desde 2004 hasta hoy) la NASA decidió llevar a cabo nuevos experimentos.
El vehículo de exploración Curiosity (Curiosidad) logró posicionarse sobre la superficie marciana usando un método completamente nuevo: el descenso fue posible gracias a un sistema de cables colgantes desde una plataforma. La toma de contacto con la superficie del planeta rojo hubo de hacerse además en modo automático, ya que las comunicaciones con la Tierra se producían con un retraso de 14 minutos.
La puesta en práctica de estas innovaciones no es simplemente un atrevimiento de los ingenieros a cargo del proyecto, sino que refleja cómo se ha ido avanzando toda una serie de soluciones tecnológicas para proyectos difíciles como este.
El programa de la NASA para la exploración de Marte parece ir cada vez a más: iniciado ya en los años 60 con las sondas Mariner, continuó con sus objetivos en los 70 con las misiones no tripuladas Viking, para culminar con el proyecto de exploraciones de varios años utilizando vehículos no tripulados diseñados para desplazarse por la superficie de Marte.
La Unión Soviética, por su parte, que había conseguido importantes avances en la exploración de Venus, en Marte no parecía conseguir más que fracasos. Y esta mala tradición continuó también después de 1991.

Los fracasos unen a los países
Aparentemente Rusia ha dejado escapar sus oportunidades de competir con éxito en la exploración de Marte: la epopeya de la desafortunada sonda Fobos-Grunt, con la que no dejó de ensañarse la prensa, es todavía hoy una pesadilla para la Agencia Espacial rusa, Roscosmos. Se trataba del segundo intento en 15 años de organizar una gran expedición rusa a Marte: en 1996 se hundió en el Océano Pacífico en el momento del lanzamiento la sonda 'Mars 96', dejando atrás por mucho tiempo los programas rusos de exploración del planeta rojo.
Actualmente, a pesar de ser evidente que en el futuro acabará siendo necesario realizar el lanzamiento de una sonda Fobos-Grunt 2, la dirección de Roscosmos prefiere mantener una posición conservadora. Y ello porque Rusia tiene ahora una buena oportunidad de participar en la exploración de Marte en cooperación con otros países.
Esta posibilidad está relacionada con un tercer proyecto que tiene también a Marte como objetivo: el de la Agencia Espacial Europea (ESA). Su no demasiado demandado proyecto ExoMars tiene detrás una larga historia que se resume en el persistente deseo de los europeos de sumarse a alguna de las grandes potencias estatales, ya que la ESA nunca se ha dejado tentar por la idea ilusoria de enviar una misión propia a Marte.
En un primer momento, la idea era realizar el lanzamiento de la sonda con las lanzaderas rusas Soyuz (dotadas del propulsor Fregat). Después, volvieron sus miradas a Estados Unidos: los equipos de la ExoMars debían ser enviados al espacio en cohetes Atlas en dos series.
Sin embargo, más tarde, la NASA, alentada por los éxitos de sus misiones Spirit y Curiosity y los avances en los preparativos del lanzamiento del Curiosity, tomó la decisión de interrumpir su cooperación con la ESA. Además, el proyecto del vehículo estadounidense MAX-C, que había de viajar a Marte en el marco de ExoMars, cayó víctima de la política de recorte de gastos, de modo que EEUU dejó de estar interesado en misiones conjuntas con los europeos.
Como resultado, dos fracasados en la exploración de Marte decidieron apoyarse mutuamente: Rusia facilitará a ExoMars gran cantidad de equipo de investigación científica y los cohetes portadores Protón. Para los europeos todo son beneficios, mientras que la actitud conservadora de Moscú le permitirá ganar tiempo para idear nuevas soluciones y no dejará que se desaprovechen los cuadros altamente calificados de la Academia de Ciencias de Rusia ni el existente equipo técnico.

Revisando la estrategia espacial
El tercer intento con la exploración del Marte podría ser para Rusia decisivo también desde el punto de vista de la elaboración de una nueva filosofía nacional en la esfera espacial.
Es evidente que la actual estrategia, basada en un descarado aprovechamiento de las reservas soviéticas -tecnologías, cuadros y avances- había conducido al sector a un atolladero.
Numerosos intentos de lanzamientos fallidos o parcialmente fallidos que tuvieron lugar a lo largo de 2010-2011, el llamado Año del Espacio, pusieron de manifiesto la grave crisis que está atravesando el sector espacial ruso. Seguir creyéndose a pesar de todo la potencia espacial número uno sería simplemente acabar con los restos de la cosmonáutica nacional, persiguiendo proyectos excesivamente ambiciosos.
Nuestro sector de exploración espacial recuerda a un deportista que ha perdido ya su forma pero para quien, gracias a fondos inesperadamente recibidos y unas competiciones urgentes, ha sido trazado un plan de entrenamientos progresivos tras el que se le exigieron los resultados. Así, sin más, a ver si arrancaba.

Objetivos posibles
No obstante, los tristes acontecimientos de 2010 y 2011 demostraron que el método ya no sirve para obtener resultados. Primero habrá que revisar a conciencia los cuadros cualificados y los recursos industriales y técnicos, tras lo cual es necesario plantear ante el sector objetivos posibles de conseguir y controlar posteriormente su ejecución.
En este sentido la participación de Rusia en el proyecto ExoMars representa una ventaja, dado que los dirigentes de Roscosmos no han tomado la decisión de suspender cualquier exploración espacial, hasta tener perfeccionadas las tecnologías. Y era lo que muchos esperaban después del fracaso de Fobos-Grunt.
De modo que Rusia no renunció a la exploración espacial, pero de facto ha reconocido su actual incapacidad de llevarla a cabo por su propia cuenta. En vez de ello, fueron formulados las siguientes tareas: poner en funcionamiento el nuevo modelo del cohete portador, Angará, los nuevos modelos de naves espaciales y determinados elementos de la infraestructura como el cosmódromo Vostochni. Y también ocuparse del problema de los cuadros competentes y de las plataformas nuevas para los aparatos.
Tan pronto estos planteamientos se realicen por lo menos a nivel de 1991, cuando el país contaba con la estación espacial Mir, las naves Soyuz y unos eficientes sistemas de lanzamiento, se podrá plantear la pregunta de si sería capaz el país de promover por su cuenta una típica misión estadounidense a Marte.
Esta pregunta no precisa de respuesta exacta, porque todo dependerá del futuro desarrollo del sector y de los fondos para ello asignados.

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