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sábado, 8 de noviembre de 2014

Cometas: cuerpos celestes con cabellera

El cometa tiene pocas posibilidades de impactar en Marte


En otras épocas los cometas causaban miedo: se pensaba que anunciaban catástrofes (erupciones volcánicas, epidemias, guerras o hambrunas). Pero ahora se han vuelto populares y despiertan interés a medida que las sondas espaciales descubren su verdadero rostro.

La palabra cometa viene del griego Komê que significa cabellera.
Un cometa es un pequeño cuerpo celeste del sistema solar, integrado por un núcleo de hielo, materia orgánica ?es decir carbono, en combinación con otros elementos? y rocas, rodeado de polvo y gases. Se dice a menudo que un cometa se asemeja a una "bola de nieve sucia".
Su trayectoria a menudo fuertemente elíptica pasa periódicamente cerca del Sol, como ocurre actualmente con el cometa Churyumov-Guerasimenko.
Cuando el cometa se aproxima al astro, los hielos se convierten en gases y las moléculas gaseosas se desprenden como chorros desde el núcleo, explicó el astrofísico Francis Rocard, responsable del programa Rosetta del Centro Nacional de Estudios Espaciales de Francia.

Estos poderosos chorros acarrean polvo y forma una nube de polvo y gases, la "cabellera" o "coma" que rodea al cometa.

Posteriormente las moléculas se ionizan y son arrastradas por el viento solar produciendo una estela luminosa (la cola de iones del cometa) a veces visible a simple vista desde la Tierra, como en la estrella de Belén.
"La presión de radiación inducida por los fotones del Sol empuja a los pequeños granos de polvo produciendo una segunda cola compuesta de polvo", explica Rocard.
Los cometas cautivan a los científicos porque piensan que pueden haber aportado agua y moléculas con carbono a la Tierra, contribuyendo de esa forma a la aparición de la vida en el planeta azul.
En 1986, seis sondas espaciales sobrevolaron el famoso cometa Halley. La sonda europea Giotto reveló que su superficie era más negra que el carbón.
Desde entonces, otros cometas han sido sobrevolados y cartografiados: Borrely (2001), Wild 2 (2004), Tempel 1 (2005 y 2011) y Hartley 2 (2010).

El cometa 67P Churyumov-Guerasimenko es el sexto que nos revela parte de sus secretos.


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